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Luis Marquina, Director de Relaciones Institucionales de Grupo Gransolar y Presidente de AEPIBAL

2022, el año que vivimos peligrosamente


Dejamos 2022 con la sensación algo amarga del pobre resultado alcanzado en la COP27 de Egipto. En estos momentos en los que nos jugamos los puntos decisivos de un futuro descarbonizado, las dudas son malas compañeras de viaje, aunque, todo hay que decirlo, este año nos ha enfrentado a realidades muy imprevisibles y muy difíciles de gestionar que, de alguna manera, nos han dado un baño de realidad, especialmente en lo que se refiere al gas como vector energético: por un lado, nuestra dependencia de terceros países nos lleva a un riesgo de suministro, y con ello, de inflación que a su vez dispara directamente a la línea de flotación de nuestras economías, y por otro, un mundo sin gas, a corto plazo, no es posible, esta es la realidad.

Las energías renovables crecen a buen ritmo

Nadie duda que las energías renovables son la solución al problema. Se duda, y cada vez más, de las velocidades de implantación y con ello de la ejecución de los planes que cada país se ha impuesto en esta materia. A pesar de todo, en España seguimos creciendo a buen ritmo. Este 2022 se cerrará con cerca de 6 GW conectados, dos de ellos de instalaciones de autoconsumo, lo que da una idea del potencial que la tecnología renovable tiene por delante en este apartado. Su rapidez de instalación y los rendimientos económicos son tan evidentes que no habrá empresa que, pudiendo materialmente hacerlo, no se autoabastezca de generación fotovoltaica propia. Faltará dar el siguiente paso tecnológico: instalar el máximo de capacidad para almacenar y, con ello, abrirse a la posibilidad de ser un gestor de energía, es decir, un consumidor y un generador de energía, permitiendo a cada instalación ser una pequeña central de generación. Esta es la fuerza del almacenamiento que se avecina, pero no precipitemos las cosas. Aún hay mucho trecho que recorrer en esa dirección.

El almacenamiento está listo para un año decisivo

Todos los ojos en lo que respecta al almacenamiento, están puestos en tres grandes apartados: regulación, fondos Next Generation y desarrollo industrial. Vayamos por partes. En temas regulatorios se están dando avances importantes, especialmente en lo que supone dar entidad jurídica independiente al almacenamiento. Sin embargo, la lista de temas pendientes es larga y compleja, siendo los temas más acuciantes las relativas al acceso a la red, la definición de gestionabilidad de las plantas híbridas y su prelación de cara a futuros curtailments (REE estima que en 2026 habrá un 4% de vertidos, unos 6.500 GWh/año), la concreción del mecanismo de capacidad que asegure unos ingresos ciertos anuales por MW instalado y, finalmente, la concreción de los servicios al sistema en los que el almacenamiento podrá participar. La tarea –como hemos repetido en múltiples ocasiones- es titánica y requiere de las mejores cabezas y de voluntad de consenso para que las diferentes partes se escuche, y hemos de reconocer que ambas cosas las tenemos, capacidad y actitud, así que es cuestión de tiempo cerrar el círculo, un círculo que debería cerrarse en 2023, un año absolutamente decisivo.  

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