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¿Fracaso?: Expertos analizan los resultados de la cuarta subasta de renovables


La cuarta subasta para la asignación del Régimen Económico de Energías Renovables (REER), en la que se lanzaron a concurso 3.300 MW de energía eólica y fotovoltaica, tenía como uno de los principales objetivos acelerar el proceso de electrificación de la economía, reducir el consumo de gas, rebajar los precios de la electricidad y avanzar en la consecución de los objetivos climáticos, tal y como aseguró en su momento el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO).

Sin embargo, de esos 3.300 MW solo 50 MW fueron adjudicados y repartido en dos empresas que han puesto el foco en energía eólica: Forestalia y Elawan. Mientras que otros grandes de la industria como Acciona Energía, Grenergy o Greenalia, ni siquiera participaron en esta puja.

Todo indica que el resultado, que aún debe ser validado por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), debe su “fracaso” a los precios poco competitivos, la inflación, el encarecimiento de algunas materias primas que han aumentado considerablemente los costos de los materiales y la financiación que se ha elevado con la subida de tipos.

Fuentes del sector indicaron que el precio de corte con el que terminó la subasta se sitúa en torno a los 45,5-45,8 euros/MWh, una cifra, según ellos, insignificante en comparación con las aspiraciones de las compañías, muy por encima de los 50 euros/MWh.

Entonces, ¿qué panorama deja la subasta para las empresas y cómo se entiende la respuesta para el Gobierno?

Los expertos hablan

Según Kiko Maza, experto en energía renovable y CEO de WeMake Consultores, una primera mirada afirma que “está claro que la cuarta subasta ha sido un fiasco al quedar prácticamente desierta. Sin embargo, a nivel práctico, no creo que afecte en modo alguno al ritmo de despliegue de las renovables en España. Con los precios del pool y de los PPAs, actualmente las tramitaciones son un aspecto mucho más crítico que la financiación”.

Un análisis que coincide con el de Kim Keats, director de K4K Training & Advisory S.L.. Según él, el resultado no fue un fracaso, “simplemente los resultados reflejan un cambio de circunstancias.  Los participantes de hoy no tienen las mismas expectativas que hace un par de años en términos de costes de equipo y financiación. Hoy todo está más caro. Los ofertantes tienen que recuperar más de su inversión en el periodo del REER.  O, mejor todavía, ¿para que ir a subasta cuando tienes un proyecto casi listo si lo puedes financiar merchant o con PPAs vendiendo a precios más altos que hace unos años? La restricción nueva de que si ganas y reniegas en tu compromiso no podrás participar en subastas futuras también es importante”.

Keats señala que todas estas situaciones han hecho que el coste de oportunidad de participación en la subasta sea más alto que nunca.  Explica que, por eso ofertas más caras y un precio de reserva demasiado bajo conllevan al resultado de muy poca capacidad otorgada.  Eso no es un fracaso si estos proyectos seguirán delante de todas maneras.  “Se puede decir que, al ser menos dependiente del gobierno, refleja un mercado que va madurando y eso no es necesariamente una cosa mala”, afirma.

Mientras tanto, en su análisis, Abelardo Reinoso, Consultor y Analista Energético, defiende que el resultado de la cuarta subasta renovable “es la crónica de una muerte anunciada”.

Reinoso explica que, después del fracaso de hace unas semanas de la subasta termosolar, biomasa y fotovoltaica distribuida, se añade otro fracaso más que es el reflejo de un sistema que no es la solución para fomentar el despliegue renovable en estos momentos.

En la actualidad, según datos de Red eléctrica de España (REE), hay más de 140 GW de generación eólica y fotovoltaica con permiso de acceso esperando avanzar en el proceso hasta su conexión. Por lo que para Reinoso “no tiene sentido seguir insistiendo en acumular más proyectos renovables mientras no se dan salida a los existentes. Es necesario agilizar los procesos administrativos para el despliegue de nuevas instalaciones renovables, no tanto aligerándolos (ya que tienen el sentido técnico y legal para su legalización) sino más bien poniendo medios de gestión para cumplir con los plazos previstos”.

Para el Consultor y Analista Energético, en estos momentos de volatilidad de los precios de la energía, fijar un precio a 12 años vista parece arriesgado. “Añádasele la incertidumbre en los costes de materiales para su construcción y los plazos de entrega, que pueden ser claves para el éxito de nuevos proyectos”, dice. “En unos momentos de inestabilidad energética, donde lo que debe primar es la firmeza y la flexibilidad que, hasta la fecha, asegura nuestro sistema eléctrico, tiene más sentido explorar otras tecnologías que den apoyo a esta generación no gestionable y fomentar mecanismos que acerquen la generación renovable distribuida a los puntos de consumo”.

¿Qué mensaje queda?

Para Maza, esta subasta envía dos mensajes claros: por una parte, que las renovables no son inmunes a la situación de subida de costes generalizada y que, por tanto, los precios de derribo que se veían hasta hace menos de un año quizás no vuelvan. Y por otra, que las subastas necesitan ser rediseñadas para no tener como único criterio el precio.

“Las renovables aportan mucho más que el hecho de ‘ser baratas’ y esos valores adicionales muy necesarios hoy en día (autonomía energética, libre de emisiones, estabilidad de red, etc.) se deben trasladar al precio. Ya estamos viendo algunos ejemplos en Europa de subastas ‘multicriterio’ y creo que es hacia donde debemos ir. Sólo con precios justos para las renovables tendremos un sector fuerte que pueda centrarse en aumentar el valor de las renovables”, concluye el experto.

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