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España debería reducir un 46% sus emisiones para llegar a sus objetivos de descarbonización en 2030


España es una pieza clave en el camino hacia la descarbonización. Tiene las características y el potencial necesarios para convertirse en un líder regional y centro de energía limpia, pero el camino no es fácil. Y es que España debe acelerar los esfuerzos de reducción de emisiones si quiere alcanzar sus objetivos. Concretamente,  debería reducir las emisiones en un 46% para 2030 (lo que equivale a reducir unas 130 MtCO2e) y alcanzar las emisiones netas cero en 2045 y las emisiones netas negativas en 2050. Esto se compara con una reducción del 33% para 2030 y del 85% para 2050.

Así lo destaca el informe ‘Net-zero Spain: Europe’s decarbonization hub’, elaborado por  McKinsey & Company, que apunta a una fuerte inversión para cumplir estos ambiciosos objetivos. El escenario neto-cero requeriría un gasto de capital de 2,5 billones de euros para tecnologías y procesos verdes de aquí a 2050. Esto equivale a una media de 85.000 millones de euros al año, es decir, alrededor del 6,2% del PIB español. Las principales áreas de gasto serán el transporte, la energía y los edificios. La inversión en este escenario apoyaría 1,1 millones de puestos de trabajo al año de media durante el periodo de 30 años.

España, como miembro de la Unión Europea (UE), está comprometida a cumplir los objetivos de la agenda climática del bloque comercial. La UE ha fijado el objetivo de reducir las emisiones de GEI en un 55% para 2030, con calendarios exigentes para las distintas industrias. Las propuestas reflejan los objetivos de la Ley Europea del Clima y afectan a ámbitos como las energías renovables, la eficiencia energética y el Sistema de Comercio de Emisiones de la UE (ETS). La invasión rusa de Ucrania y el consiguiente impacto en los precios de la energía han llevado a Europa a redoblar estas propuestas, como se anuncia en el plan REPowerEU.

La agenda regulatoria española se basa en muchas iniciativas españolas y de la UE, por ejemplo a través del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIE), que establece un ambicioso objetivo de reducción del 31% de las emisiones entre 2019 y 2030. Esto ayudará a España a ponerse al nivel del resto de la UE, que ha reducido sus emisiones netas en aproximadamente un 28% desde 1990, mientras que las emisiones netas de España han crecido un 9% en el mismo periodo.

A pesar de que las emisiones hayan disminuido en los últimos 15 años, el ritmo tiene que ser cuatro veces más rápido si España quiere alcanzar sus objetivos de descarbonización en 2030, y cinco veces más rápido después de eso para llegar a cero neto en 2050. La próxima década será crítica: habría que invertir más de 700.000 millones de euros en tecnologías verdes de aquí a 2030 para acelerar el ritmo de descarbonización en línea con nuestro escenario neto cero.

Los 5 puntos fuertes de España

La riqueza de recursos naturales, el desarrollo de infraestructuras y las profundas capacidades técnicas situarían a España en una posición ideal para liderar una transición verde. Así, el informe destaca cinco características clave para esta transición: urgencia, dados los posibles riesgos físicos asociados al aumento de las temperaturas; posibilidad, todavía hay oportunidad de llegar al objetivo de cero emisiones netas; impulso de la tecnología, ya que el desarrollo y el despliegue de nuevas tecnologías con bajas emisiones de carbono serán los elementos fundamentales de la transición; y riqueza de oportunidades, pues España puede aprovechar sus dotaciones naturales y sus capacidades técnicas para liderar a Europa en la transición y crear un impacto socioeconómico sustancial.

La innovación en materia de renovables se daría principalmente en tres áreas: electrificación, hidrógeno verde y biocombustibles. Con más de 28 GW, tiene la segunda capacidad instalada de generación eólica de Europa, después de Alemania. Junto con unos recursos solares envidiables, puede producir energía renovable a un coste inferior al de otras economías europeas y continuar con el rápido ritmo de descarbonización mostrado por su sector eléctrico en los últimos 15 años. Esto, a su vez, significa que podría convertirse en uno de los productores más competitivos de hidrógeno verde, necesario para una profunda descarbonización en sectores difíciles de electrificar o reducir.

Además de la regulación, y como ya se ha incidido en diversas ocasiones, la regulación por sí sola no será suficiente para avanzar en la agenda del cambio en España. La sociedad española necesita actuar de forma colaborativa.

Así, el informe destaca la innovación tecnológica, la ampliación de las cadenas de suministro y las infraestructuras de apoyo, y los recursos naturales para una transición ordenada y productiva. También tres ajustes económicos y sociales para la transición: poner en marcha estructuras eficaces de asignación de capital y financiación, gestionar los cambios de la demanda y los aumentos de los costes unitarios, y abordar los impactos socioeconómicos.

Sólo así España puede superar las barreras a la descarbonización, realizar la transición más rápidamente y convertirse en un actor principal en la transición verde de Europa.

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