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IRENA llama a fortalecer las infraestructuras eléctricas para acelerar la descarbonización


El desarrollo de infraestructura de red es escencial para la transmisión y distribución de las energías renovables, y por tanto para la transición energética.

Según el último informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), contar con una infraestructura de red adecuada, que incluya líneas aéreas, cables subterráneos y submarinos y subestaciones eléctricas es vital para conseguir el objetivo de triplicar la capacidad de energía renovable para 2030. A pesar de que este hecho parece obvio, muchas regiones han ignorado esta necesidad.

Los generadores eólicos y solares están distribuidos en áreas extensas y en múltiples ubicaciones lo que requiere expandir la red para permitir que se conecten y suministren la energía en las cantidades necesarias, donde y cuando se necesita.

La infraestructura de la red condiciona el suministro de electricidad confiable y accesible para satisfacer las crecientes demandas de energía que requiere la electrificación del transporte, la calefacción, la refrigeración y la industria, y la tecnología de la información.

A pesar de que la implementación de la infraestructura de la red eléctrica apremia los tiempos son largos.

IRENA destaca que el desarrollo de las líneas eléctricas debe tener en cuenta el impacto social y ambiental en grandes áreas, a lo largo de todas sus rutas, lo que implica largos procesos de planificación y obtención de permisos y la participación de múltiples partes interesadas

La agilización de estos procesos y las inversiones anticipadas pueden compensar estas necesidades de tiempo y son esenciales para desbloquear la expansión de la red y evitar cuellos de botella en el futuro.

Integración de energía solar fotovoltaica y almacenamiento

En los últimos años se ha observado una enorme disminución de los costes de los paneles solares fotovoltaicos y de las baterías, con reducciones de precios de los equipos de alrededor del 90% entre 2010 y 2023. 

El informe prevé que esta tendencia continúe debido a los avances tecnológicos, las técnicas de fabricación y las crecientes economías de escala.

Los avances y la reducción de costes en BESS han hecho que esta tecnología sea competitiva y especialmente adecuada para el almacenamiento a corto plazo, lo que permite el uso de energía solar fotovoltaica limpia también durante las horas posteriores a la puesta del sol, cuando la demanda suele alcanzar su pico.

Para lograr la convergencia de las tecnologías de energía solar fotovoltaica y de almacenamiento se necesitan políticas claras y favorables y abordar la aversión al riesgo empresarial.

Los gobiernos deben implementar estrategias energéticas que promuevan explícitamente la integración de la energía solar y el almacenamiento, alineándolas con objetivos más amplios de transición climática y energética.

Según las características específicas de cada sistema eléctrico, los responsables de las políticas nacionales y regionales deberían evaluar, entre las medidas de apoyo, objetivos cuantificables de almacenamiento de energía, respaldando estas ambiciones con incentivos a largo plazo y marcos regulatorios sólidos.

Además, los actores de la industria y las finanzas pueden convertirse en líderes complementando los esfuerzos de política con audacia a la hora de buscar y aprovechar las oportunidades de negocio que ofrece la transición energética.

IRENA también sugiere reformas regulatorias, en caso de ser necesarias para garantizar que se permitan y reconozcan las capacidades de los sistemas de almacenamiento (como equilibrar la variabilidad de la red, permitir el cambio de horario en horas punta y aumentar la resiliencia del sistema). Evitar ineficiencias, como el cobro doble por el acceso a la red, es esencial para crear mercados justos y competitivos que atraigan a los inversores.

Impulso de las asociaciones público-privadas

A medida que madura el mercado de almacenamiento de energía, el fomento de las asociaciones público-privadas adquiere mayor relevancia en dos campos clave.

Por un lado, se necesitan colaboraciones para desarrollar marcos de infraestructura de calidad que favorezcan la seguridad universal y las normas y certificaciones operativas armonizadas.

Por otra parte, se necesitan asociaciones para crear e implementar esquemas de financiación que puedan ampliar las cadenas de suministro y aprovechar la preparación tecnológica.

Esto permitiría mejorar la rentabilidad en la fabricación, la confiabilidad de los equipos y priorizar la implementación de soluciones de almacenamiento en lugares donde puedan agregar más valor a los sistemas de energía.

La inversión en infraestructuras de red también aporta importantes y amplios beneficios socioeconómicos que son difíciles de cuantificar. Las redes mejoradas pueden electrificar comunidades remotas, potenciar las economías rurales y respaldar el acceso distribuido para industrias y usuarios emergentes, como el transporte eléctrico, la producción de hidrógeno verde y los centros de datos.

Próximos pasos

Un paso clave para definir objetivos efectivos y eficientes para el despliegue de almacenamiento y redes que satisfagan las necesidades específicas de un país es la evaluación integrada de la combinación nacional de generación de energía y las fuentes de flexibilidad.

El informe World Energy Transitions Outlook 2024 de la Agencia Internacional de Energías Renovables, sugiere de 1 a 2 MW de almacenamiento de energía por cada 10 MW de capacidad de energía renovable agregada como referencia general, mientras que las características necesarias, como la duración y el tamaño específico, dependerán de la disponibilidad de las múltiples y diversas fuentes de flexibilidad.

La expansión debe adaptarse a las necesidades nacionales. Una evaluación temprana de esas necesidades y la inclusión de sus resultados en las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC) y las estrategias energéticas nacionales pueden contribuir notablemente a la consecución oportuna de los objetivos de descarbonización.

La expansión y modenización de las redes y el aumento de la capacidad de almavenamiento son escenciales para la transición energética. El camino no debe recorrerse de forma aislada. Los gobiernos, el sector privado, las organizaciones internacionales y las instituciones financieras deben colaborar para abordar las brechas regulatorias relacionadas, establecer estándares claros y priorizar las inversiones en estos facilitadores críticos que crean un impacto socioeconómico positivo.

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