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Andrés García-Novel, Oficial Principal de Inversiones en Infraestructura de IFC México y Centroamérica

Conversamos con Andrés García-Novel, Oficial Principal de Inversiones en Infraestructura de IFC México y Centroamérica


Las regiones de Centroamérica y el Caribe conforman un mercado de más de 100 millones de personas ¿Cuáles son las perspectivas de desarrollo de energías renovables tomando en cuenta este mercado tan grande?

La tendencia global y regional es ir hacia la descarbonización e inversiones climáticamente amigables que impulsen la sostenibilidad.

Los esfuerzos de los países deben orientarse a la búsqueda de una matriz energética limpia, confiable y resiliente al menor costo posible.  Esto incluye, por ejemplo, apoyar proyectos de generación eléctrica con base en recursos renovables no convencionales en la región (principalmente proyectos solares y eólicos), pero también priorizar el tener un sistema eléctrico firme y confiable.   IFC ha trabajado con los países de la región en la financiación de plantas hidroeléctricas con capacidad de regulación diaria, una planta geotérmica, así como las dos primeras plantas de generación eléctrica con gas natural (GNL). Nuestra visión es que los países pueden apoyarse en el GNL como un combustible de transición, relativamente menos contaminante y que complementa muy bien la penetración de energía renovable intermitente.   

Pero además de continuar migrando hacia una matriz de generación eléctrica más limpia y sostenible, en paralelo es importante prioriza la descarbonización del transporte, la industria y el sector agrícola, que generan parte importante de las emisiones de gas de efecto invernadero.  Por ejemplo, impulsando la movilidad eléctrica, el desplazamiento de combustóleo y Diesel para procesos industriales con gas natural y eventualmente con hidrógeno “verde” mismo que también se podría utilizar para descarbonizar el transporte terrestre pesado y el transporte marítimo, así como sustituyendo hidrógeno “gris” en algunas industrias. 

Evidentemente uno de los grandes retos en nuestros países sigue siendo incrementar la penetración de energías renovables que por su naturaleza son variables, relativamente más difíciles de predecir, y tienden a concentrarse en ciertos puntos geográficos.  La inversión en expansión y fortalecimiento en transmisión y distribución, así como el almacenamiento de energía (con sistemas de almacenamiento con baterías de litio, por ejemplo) juegan un papel clave para eliminar “cuellos de botella” y evitar problemas de congestión o desperdicio del recurso renovable.

Por supuesto que hay muchos retos asociados a la implementación de estas inversiones, incluyendo la necesidad de realizar cambios en la regulación de algunos países, así como reevaluar los modelos de negocio tradicionales en el sector.  En el caso del hidrógeno verde (producir hidrógeno a base de agua mediante un proceso de electrólisis con energía renovable), por ejemplo, aunque la tecnología existe y está probada, la adopción más generalizada para sus distintos usos dependerá de los resultados de los proyectos piloto de distinta índole que empezamos a observar, incluyendo en nuestra región.  Por otro lado, la movilidad eléctrica dependerá del continuo fortalecimiento de las redes de distribución y la disponibilidad de estaciones de carga.  En general, las soluciones no son de “una talla para todos”, sino que varían según el segmento y las condiciones locales.

Pero todos estos obstáculos los podemos superar, y de hecho IFC está asesorando e invirtiendo en la prospección y desarrollo previo a la inversión (“Upstream”) de proyectos o iniciativas que permitan generar las condiciones necesarias para que se den estas inversiones.

¿Cómo está ayudando IFC a dar impulso al sector en la región? ¿Cuáles son los retos particulares de cada país?

IFC ha jugado un papel clave en el desarrollo de la matriz energética centroamericana, liderando el financiamiento para más de 1,500 MW, o cerca de un 25% de la capacidad adicional instalada en la región en los últimos 10 años. Las inversiones de IFC en Centro América y el Caribe se han centrado principalmente en energía renovable y en generación eléctrica por combustión de gas natural que como mencione arriba consideramos un combustible de transición. En este sentido, IFC ha liderado el financiamiento de los dos primeros proyectos de generación eléctrica con combustión de gas natural en la región.  

 

A nivel general y dado el contexto de la pandemia de Covid-19, la mayoría de los países de la región no enfrentan en este momento problemas de suficiencia de oferta de generación eléctrica; sin embargo, muchos de ellos buscan procurar el desplazamiento de plantas de generación térmicas muy contaminantes y poco eficientes (algunas de ellas generan electricidad a base de combustión de carbón y combustóleo).   Así mismo, empieza a ser evidente la penetración creciente de la generación distribuida (con paneles solares en techos, por ejemplo) y las inversiones en medidas de eficiencia energética que han puesto un freno al crecimiento de la demanda de electricidad a nivel mayorista.

 

Todo lo anterior acentúa la importancia de invertir en fortalecer la infraestructura de transmisión y distribución de electricidad, así como adaptar los modelos regulatorios para la adopción del almacenamiento de energía a nivel centralizado, distribuido o bien a través de vectores energéticos como el hidrógeno verde.

 

¿Cuáles de las experiencias aprendidas en otros mercados emergentes pueden reproducirse en nuestra región?

 

El Grupo del Banco Mundial desarrolló “Scaling Solar” en África, un programa diseñado para facilitar a los gobiernos la adquisición de energía solar de forma rápida y a bajo costo a través de un proceso de licitación competitivo, estandarizado y transparente. El programa incluye ofertas de financiamiento, seguros de riesgo político y mejora del crédito para reducir la percepción de riesgo y ayudar a la multitud en el financiamiento privado.  Algunos de los proyectos financiados a través de “Scaling Solar” ya están operando, suministrando electricidad a tarifas competitivas a varias naciones africanas. En algunos países, el programa ha convertido a la energía solar en la fuente de energía más barata, con precios inferiores a 4 céntimos de dólar por kWh. El Grupo del Banco Mundial busca ahora oportunidades para replicar esta experiencia en otros ámbitos (por ejemplo, energía eólica).  Este podría ser un modelo para implementar en países de la región donde no haya precedentes de subastas de energía renovable exitosas y/o donde el riesgo regulatorio o político percibido por el mercado sea relativamente alto.

 

¿Cómo se puede apoyar a los gobiernos para ayudarles en la atracción de inversión privada a sus países?

 

IFC está enfocándose en ayudar a los diferentes participantes de mercado (públicos y privados) a crear mercados y “desbloquear” inversiones, bajo un modelo de desarrollo de iniciativas y proyectos a nivel pre-inversión (“Upstream”). Es un trabajo de prospección y desarrollo para crear las oportunidades, generar proyectos que están mejores preparados desde el inicio y así atraer las inversiones y el capital privado que se necesita.  Aunque es algo que IFC ha venido haciendo por varios años, ahora lo estamos haciendo de manera sistemática, proactiva y colaborativa. 

Esto implica, entre otras cosas, identificar reformas que desbloqueen más inversión privada, ofrecer apoyo técnico, desarrollo de capacidades para instituciones y empresas privadas, y apoyo a clientes y gobiernos.  Creemos firmemente que es importante poder ofrecer esto a los países emergentes para que desarrollen los proyectos que tanto necesitan.

Por poner un ejemplo en la región, IFC invirtió en Energía del Pacifico en El Salvador el vehículo que construye uno de los primeros proyectos integrados de importación y almacenaje de Gas Natural Licuado para generación de energía eléctrica en la región. Sin embargo, para llegar allí IFC trabajo por varios años con Energía del Pacífico y sus accionistas preparando las condiciones para esta inversión. IFC aportó su experiencia adquirida en varios proyectos de GNL a nivel global, y creemos que jugamos un papel catalizador para garantizar la bancabilidad y viabilidad del proyecto.

¿Cuál es el impacto real de la inversión de energías limpias en cuanto al cambio climático? ¿Existe un mercado y oportunidades para el sector privado?

A nivel global, en2020, las inversiones relacionadas con la agenda de cambio climático de IFC ayudaron a los clientes a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en 8,1 millones de toneladas métricas equivalentes de dióxido de carbono, comparables a sacar de la carretera 1,75 millones de coches.

 

Es importante prestar atención a esto en Centroamérica y el Caribe, porque es una de las regiones que presenta mayor vulnerabilidad frente los efectos adversos del cambio climático. Los sectores económicos que mayor grado de vulnerabilidad presentan son la agricultura, turismo, construcción e infraestructura, como consecuencia de fenómenos extremos tales como lluvias intensas, sequías y huracanes. 

 

Ante este escenario, es evidente la necesidad urgente de promover estrategia e inversiones sostenibles. Según un estudio de IFC, el potencial de inversión relacionado a la mitigación del cambio climático en América Latina y el Caribe sobrepasa los $2 mil millones de dólares en los próximos años. Esto incluye oportunidades como la construcción sostenible, eficiencia energética, energías renovables, transporte. 

 

Que efectos ha tenido la pandemia del COVID-19 en el desarrollo del mercado en la región.

La crisis del COVID ha ralentizado, con una caída esperada de más del 20%, la inversión en el sector energético que, a principios de año se esperaba experimentará más bien un crecimiento del 2%. 

Unido a esto, las inversiones en energía renovable continúan lejos de alcanzar su meta para la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible en cuanto a cambio climático, con una brecha que supera los US$74.000 millones anuales a nivel global.

En la región, si bien la crisis generó una caída en la demanda de energía la cual sin duda en el corto plazo redujo la necesidad de nuevas inversiones en generación de electricidad, también creó problemas de liquidez temporales para muchas de las empresas de distribución de electricidad y, por ende, algunos generadores sufrieron por lo menos parcialmente parte de este impacto.   La demanda de electricidad parece haber gradualmente vuelto a la normalidad de la mano con la actividad económica.

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