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Raúl Morales, CEO de Soltec Power Holdings

La Ecovoltaica, camino para la seguridad energética en América Latina


América Latina ya es la región que genera la mayor proporción de energía renovable del mundo, donde muchos de sus territorios gozan de condiciones privilegiadas para su generación. Sin embargo, la penetración de algunas fuentes de energía verde todavía tiene margen de crecimiento, ya que la producción sigue muy ligada a energías tradicionales como el carbón, como es el caso de México. Es urgente sustituir estas fuentes de energía para el futuro. Además, nos encontramos ante retos que provocan fenómenos naturales como El Niño, que afectan a la producción de energía en sectores como la hidroeléctrica que depende del agua, un recurso natural duramente afectado por el cambio climático. La crisis energética actual, la urgencia por descarbonizar la energía o el propio calentamiento global, ponen de manifiesto la necesidad de diversificar las vías de generación de energía con la mirada puesta en el futuro del planeta. Y lo cierto es que para descubrir el gran recurso inagotable que cubre como manto al continente, solo hay que mirar hacia arriba.

Con una de las mejores exposiciones solares del mundo, América Latina es una fuente potencial prolífica de energía fotovoltaica. Uno de los lugares más soleados del planeta, el desierto Atacama en Chile registra la radiación solar más alta del mundo. A pesar del enorme desarrollo de las energías renovables durante los últimos años, empresas y administraciones deben seguir apostando por la diversificación de las fuentes renovables. Esta tierra de oportunidad lo es no solo para los que deciden invertir en ella, sino también para los que allí habitan. En palabras de Rodrigo Sauaia, director general de la Asociación Brasileña de Energía Solar Fotovoltaica y copresidente del Global Solar Council, la ventaja radica en que la mayor parte de los nuevos puestos de trabajo en el sector de las energías renovables los genera la energía solar fotovoltaica. Los expertos en esta materia no podemos sino suscribir estas palabras, porque la industria solar permite generar empleo y riqueza local en áreas donde, por su lejanía de las grandes ciudades, es más complicado que lleguen oportunidades tan atractivas y positivas.

Para explotar al máximo este recurso de manera que sirva realmente para lograr la transición energética es crucial que las empresas enfoquen sus valores en la sostenibilidad, el respeto al entorno y en repercutir beneficiosamente a la sociedad. En un panorama en el que las renovables juegan un rol fundamental en un territorio de la envergadura que aquí se plantea, la colaboración público-privada y el diálogo de todos los actores con las comunidades es clave. Desde Soltec, por ejemplo, hemos decidido avanzar por este camino y acuñar un nuevo concepto: ecovoltaica. Con él construimos las bases de las plantas fotovoltaicas más justas para el entorno y que propician la riqueza socioeconómica del lugar.

Los criterios que reúne ecovoltaica pretenden poner bajo un mismo paraguas el bienestar humano y medioambiental. Estas plantas son concebidas como una oportunidad de crecimiento y de desarrollo social y económico al estimular el empleo y la contratación de proveedores locales, además de establecer otros beneficios económicos como la cesión del 1% de la energía generada a los vecinos más cercanos. Este compromiso social es el que deberían poner en práctica todos los actores de la industria ante el nuevo paradigma energético al que nos enfrentamos.

Estas plantas, sin embargo, no están solo orientadas al bienestar humano, sino que suponen una gestión inteligente de materiales y recursos. El objetivo debe ser siempre establecer un diseño de economía circular en el que se minimicen los residuos y, en la medida de lo posible, se reintegren en la actividad. Además de evaluar el impacto de las plantas y del conjunto con otros proyectos en el área de influencia, reducir el impacto visual integrándose en el ecosistema o de limitar el área de ocupación; las plantas ecovoltaicas destinan espacios dedicados a la forestación u otras actividades agropecuarias y fomentan el desarrollo de la biodiversidad a través de la instalación de recursos como nidos para aves, refugios o charcas para anfibios.

Este modelo es, sin duda alguna, el paso correcto para la reducción del impacto ambiental negativo y el desbloqueo del potencial de la región. Según proyecciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el consumo de electricidad aumentará más de un 70 por ciento para 2030 en el nuevo continente. Sin la diversificación de fuentes y el aprovechamiento de la energía más disponible de la región, la seguridad energética no está garantizada. El tiempo para la energía solar en América Latina es ahora.

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