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José María González Moya, Director General de APPA Renovables

Renovables: más allá de la crisis del corto plazo


Decir que los mercados energéticos andan revolucionados es un eufemismo. En el último año y medio, los costes energéticos se han disparado y, en España, hemos convivido con toda una montaña rusa de precios. Sin ir más lejos, el 23 de octubre pasamos en cuatro horas de un mercado eléctrico a 4 €/MWh a superar los 130 €/MWh… En apenas cuatro horas se multiplicaron los precios por más de 30.

La invasión de Ucrania, y previamente el despertar a nivel mundial de la economía, han puesto las energías renovables en el centro del debate. Si hace una década, el debate era para criticarlas, o las medidas de apoyo que las impulsaban, hoy la discusión se centra en cómo pueden salvarnos de la crisis energética que vivimos. De repente, muchos gobiernos se han dado cuenta de algo que muchos veníamos décadas defendiendo, que la dependencia energética de las importaciones fósiles es una vulnerabilidad de la economía, y que las renovables, más allá de ser limpias y sostenibles, blindan nuestra industria al no depender de terceros países.

Estamos, por tanto, en un escenario en el que las renovables son la solución a todos los problemas. Renovables para abaratar la tarifa eléctrica, renovables para luchar contra el cambio climático, renovables para acabar con la dependencia energética… Incluso la última regulación que prepara la Comisión Europea busca acelerar el desarrollo de las renovables siendo la salud de los ciudadanos la razón para ello.

Quien vive en una gran urbe, entiende perfectamente lo que es respirar un aire rodeado por tubos de escape de motores de combustión y chimeneas de calefacciones de gasóleo. Las renovables son necesarias en nuestra electricidad, pero también en el transporte y los usos térmicos. Hoy más del 54% de la población vive en áreas urbanas y se espera que, en la próxima década, la población urbana pase de 4.000 a 6.000 millones de personas. La Comisión Europea no va desencaminada: si buscamos la salud de nuestros ciudadanos, las renovables son necesarias.

Por lo tanto, las renovables deben bajar los precios de la energía, combatir el cambio climático, acabar con la dependencia y garantizar una mejor salud para los ciudadanos. Y todo ello unas tecnologías que han alcanzado su competitividad económica – sin contar las externalidades positivas – durante la última década y que, a día de hoy, siguen recibiendo ataques por parte de aquellos ciudadanos y empresas con intereses económicos en las energías fósiles que ven cómo los argumentos en contra de las renovables se agotan rápidamente.

La carga que se pone sobre los hombros de estas tecnologías es enorme. Pero el argumento definitivo a favor de las renovables aún no ha sido mencionado. Parafraseando el eslogan de la campaña de Bill Clinton, “es la economía, estúpido”. Las renovables suponen un gran mercado a nivel global. En 2021, con una economía arrastrando aún los pies por el COVID, las inversiones en renovables crecieron un 6,5%. Una inversión récord de 366.000 millones de dólares a nivel mundial que encadenó su cuarto año de crecimiento ininterrumpido, ni la pandemia detuvo un crecimiento que, en 2022, volverá previsiblemente a establecer un nuevo récord.

Estamos ante un mercado global, donde los países que se posicionen como líderes en esta nueva economía verde no solo ayudarán a esos nobles objetivos (energía barata, limpia, autóctona y saludable), también atraerán inversiones, generarán empleos de calidad, aumentarán sus exportaciones y permitirán que el resto de las economías nacionales, gracias a unos costes energéticos controlados, impulsen su competitividad.

Solo en España está previsto que las energías renovables generen cerca de 100.000 puestos de trabajo durante la próxima década. Los futuros de la electricidad anticipan también un desacople entre los precios en España y los países europeos con una apuesta menos ambiciosa por las renovables a partir de los próximos años.

Por supuesto, el debate sobre las renovables está condicionado por la urgencia, por el corto plazo, por la crisis. Queremos que nos solucionen las renovables los problemas del hoy, pero debemos trabajar por los problemas del mañana. Si en España no hubiéramos tenido una moratoria renovable de cinco años, la crisis de precios energéticos no nos hubiera golpeado tan duro. Ese es un aprendizaje que es útil para todos los países. Trabajemos hoy por el desarrollo renovable, en unos años lo agradeceremos.

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