
¿Está alineada la ambición del PNIEC 2023-2030 con la realidad del sector renovable?
El pasado martes 25 de septiembre, el Consejo de Ministros aprobó el nuevo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2023-2030, que sustituye la versión previa del plan y marca una actualización significativa en los objetivos de transición energética del país. Propuesto por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), este nuevo PNIEC consolida el liderazgo de España en Europa, no solo elevando sus metas en energías renovables y reducción de emisiones, sino también fortaleciendo su competitividad industrial y atracción de inversiones.
Con metas aún más ambiciosas que su versión anterior, el PNIEC 2023-2030 plantea una reducción del 32% en las emisiones de gases de efecto invernadero, frente al 23% inicialmente previsto, y una cobertura del 81% de la generación eléctrica con fuentes renovables para finales de la década. Además, el nuevo plan prevé una inversión total de 308.000 millones de euros, con el objetivo de generar un impacto positivo en el PIB del 3,2% y la creación de 560.000 empleos de calidad para 2030. Estos objetivos destacan el compromiso de España no solo en a lucha contra el cambio climático, sino también en el desarrollo económico sostenible y la cohesión territorial.
Avances clave para 2030
El nuevo PNIEC no solo incrementa el objetivo de generación renovable, sino que también aspira a reducir la dependencia energética del país, que caerá del 73% en 2019 al 50% en 2030. Este esfuerzo se traducirá en un ahorro de 86.750 millones de euros en importaciones energéticas, consolidando la autonomía estratégica de España y reduciendo su vulnerabilidad a las fluctuaciones de los mercados de combustibles fósiles.
Además, el plan busca aumentar el consumo final de energía renovable al 48%, mejorar la eficiencia energética en un 43%, y promover el almacenamiento energético, con una previsión de 22,5 GW de capacidad instalada. Igualmente, se proyecta la instalación de 12 GW de electrolizadores para producir hidrógeno renovable, una de las tecnologías clave para la descarbonización de sectores difíciles de electrificar como la industria y el transporte pesado.
Reacciones del sector: expectativas y desafíos
El sector energético ha recibido el nuevo PNIEC con opiniones divididas entre el optimismo por las oportunidades que presenta y la preocupación por los retos que implica su implementación.
José María González Moya, director general de APPA Renovables, ha señalado que “los objetivos ambiciosos son una buena noticia para el sector, siempre y cuando vengan acompañados de una estrategia clara para alcanzarlos”. A pesar de la abundancia de recursos renovables en España, Moya advierte que “es fundamental acelerar la electrificación de la demanda” y avanzar en el desarrollo de infraestructuras de almacenamiento para evitar que la electricidad renovable se desaproveche mientras el país sigue importando combustibles fósiles.
Mientras que, desde la Asociación Empresarial Eólica (AEE), su portavoz destaca que para alcanzar las metas del PNIEC es necesario “acelerar el ritmo de tramitación e instalación de tecnología eólica”, garantizando un desarrollo lineal y ordenado hasta 2030. La eólica española, con el 100% de su cadena de valor ubicada en el país, es un motor clave para la descarbonización y la creación de empleo, pero enfrenta desafíos como la lentitud administrativa y la falta de incentivos para la electrificación de la demanda. La AEE subraya cinco áreas de actuación prioritarias: agilidad en la tramitación, incentivos a la electrificación, la convivencia de la eólica con el entorno social y medioambiental, la mejora en las subastas de renovables y medidas para fortalecer la cadena de valor nacional.
En el sector fotovoltaico la mirada también es optimista pero crítica. Según José Donoso, director general de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), es importante celebrar la “ventaja competitiva” que España ha adquirido en la generación eléctrica gracias a la energía solar.
El director general de la patronal destaca que la fotovoltaica permite a España producir electricidad a menos de la mitad del precio promedio europeo, un factor clave en la nueva revolución industrial. No obstante, UNEF identifica tres desafíos clave: fomentar la aceptación social de los proyectos, avanzar en la electrificación de sectores no descarbonizados y promover el almacenamiento de energía para garantizar un suministro estable.
Desde otra perspectiva, Roberto Giner, CEO de Octopus Energy, comparte con Review Energy una visión optimista sobre el PNIEC, afirmando que el plan “acelerará sin duda la transición energética en España”. Para Giner, los puntos más fuertes del plan incluyen la inversión en almacenamiento, clave para gestionar tanto la generación como el uso de la energía, y la electrificación de la demanda doméstica mediante medidas de eficiencia energética.
“Respecto a los nuevos objetivos, podríamos ver luces como el refuerzo de la inversión y el interés político en la transición energética, implicando a todos los sectores, pero con el foco puesto en el transporte y la industria. Seguimos pensando la importancia que tiene el mercado doméstico y su transición, ya que esta es la verdadera adopción de la energía verde en nuestras vidas”, señala Giner a este medio.
Pero las sombras también plantean desafíos urgentes, señala el CEO de Octopus Energy. "Seguimos pidiendo una mayor agilidad en todo lo referente a trámites administrativos para que los proyectos o las acciones que desarrollemos sean viables y por otro lado el seguir trabajando para tener acceso a muchas más personas que se introduzcan en el mercado laboral del sector energía con más conocimientos y formación”, aclara.
Desafíos en el camino
No todos los actores del sector comparten la misma confianza en la viabilidad de las metas del PNIEC. Germán Palomo, socio de Optimize Energy, expresa a este medio su preocupación por dos obstáculos principales: la incertidumbre sobre la rentabilidad de los proyectos y el embudo burocrático. Palomo señala que el gobierno debería convocar más subastas de capacidad y mejorar el control administrativo para desbloquear proyectos que hoy están paralizados.
Con el primer punto, Palomo explica que será necesario mantener una rentabilidad razonable y con cierta certeza. “Hasta ahora funcionaba el tema de los PPAs pero hoy en día casi todos los fondos están más enfocados en participar en Servicios de Ajuste o en dimensionar cuál es la batería más rentable que en cerrar un contrato a largo plazo”, señala el experto.
El segundo y, según él, posiblemente el más importante es que “hay un embudo de burocracia donde la administración bloquea muchísimos proyectos por falta de recursos y algunas veces por falta de interés”.
Desde la perspectiva política, Diego Gago, director de estrategia de beBartlet, explica a Review Energy la necesidad de un marco regulatorio estable que incentive la colaboración público-privada. “Debe estrecharse la colaboración entre lo público y lo privado generando dinámicas que aceleren la descarbonización en los sectores en los que la tecnología está madura. Fortaleciendo cadenas de valor propias en sectores estratégicos”, afirma Gago.
Según el experto de beBartlet, los grandes objetivos propuestos requerirán una mayor inversión y una política industrial que refuerce las cadenas de valor nacionales. Explica que, “las dificultades están en lograr alcanzar la financiación necesaria para que los sectores puedan acompasar esas transiciones. Y la dependencia de Europa con terceros sobre los recursos estratégicos para incorporar tecnología descarbonizada”.
A estos retos se suma el sector del hidrógeno que, por su parte, se muestra especialmente crítico con los objetivos del PNIEC. Marcos Rupérez, consultor de hidrógeno y energías renovables, considera “imposible” alcanzar los 12 GW de electrolizadores proyectados para 2030, debido a la lentitud en el desarrollo de los proyectos. Rupérez argumenta que, para que España llegara a esas cifras, los proyectos tendrían que estar ya en fase de construcción, algo que no está sucediendo. “Es un deseo alejado de la realidad”, afirma Rupérez a este medio.
En este sentido, el nuevo PNIEC 2023-2030 posiciona a España como un líder en la transición energética europea, con metas ambiciosas que apuntan a la descarbonización, la electrificación de la economía y el desarrollo de energías renovables.
Pero, mientras el sector energético recibe con optimismo el plan, también hay dudas sobre la capacidad del país para cumplir con los objetivos en los plazos previstos, dadas las barreras burocráticas y la necesidad de marcos regulatorios más ágiles.
El éxito del PNIEC dependerá, según los expertos, de la capacidad de España para superar estos desafíos, garantizar la colaboración público-privada y asegurar los recursos financieros y tecnológicos necesarios. A medida que se despliegan las medidas del plan, la comunidad energética seguirá observando de cerca cómo el país logra o no consolidar su papel como líder en la transición ecológica.
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