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GALERIA

La independencia energética deberá estar alineada con los objetivos de descarbonización


La guerra en Ucrania está teniendo un enorme impacto económico y social en la Unión Europea. Rusia es el mayor proveedor de combustibles fósiles de la UE, especialmente de petróleo y gas. A inicios de este año la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aseguró que no se debería depender en algo tan esencial como la energía de un socio en el que no se pueda confiar.

A raíz de ello, se estableció un plan para independizar a Europa de los combustibles fósiles rusos mucho antes de 2030.

Esade ha publicado un informe en el que se plantean los retos y las vías para superar los objetivos alineados de independencia energética y descarbonización. En el documento, los expertos Manuel Hidalgo Pérez, Jorge Galindo y Natalia Collado aseguran que la alineación parece obvia en el muy largo plazo, pero en el corto y medio plantea retos para España y para el resto de los países.

¿Cuáles son los mayores retos?

La presión inmediata al alza de la inflación está llevando a decisiones que incentivan las emisiones. Además, los costes de la transición tienden a caer sobre los sectores socioeconómicos más vulnerables.  

Los mecanismos y decisiones necesarias para implementar una mezcla que asegure descarbonización e independencia no están lo suficientemente acoplados con la nueva situación ni con los costes diferenciales y asimétricos que puede traer, especialmente a muy largo plazo (después de la próxima década) y en el nivel territorial. 

Algunas salidas

El estudio propone algunas acciones como:

  •          Evitar las subvenciones para mitigar la subida de precios a energéticos contaminantes y que nos llevan a depender de otros países, como los combustibles fósiles, agregando como sugerencia dejar el manejo de la inflación dentro de las medidas que deberán manejar los Bancos Centrales.

 

  •          Combinar incentivos para la transición hacia energías no emisoras, protección a los más vulnerables, y progresiva independencia energética. 

 

 

  •          La “excepcionalidad ibérica” pactada por los gobiernos de España y Portugal podría funcionar, pero solo si el precio final después de la imposición de un tope al gas es lo suficientemente alto como para seguir incentivando la transición. 

 

  •          Reducir las asimetrías en el impacto con transferencias compensatorias para los sectores más vulnerables del tejido social.

Además, el informe asegura que “se necesita ganar poder de demanda mediante el establecimiento de un cartel europeo para la compra de gas, que podría complementar a otras medidas (arancel o desconexión con Rusia), lo cual permitiría mantener una mayor presión a la baja sobre los precios. Los ahorros correspondientes (o parte de ellos) podrían destinarse a inversión en energías limpias”.

También plantea un mix energético realista y justo, que mantenga a las renovables junto a la posibilidad de aprovechar las sinergias entre el gas y el impulso al hidrógeno; además de invertir más en racionalización de la demanda y eficiencia energética, especialmente a través de impuestos progresivos y bien dirigidos, mejora de la información disponible para consumidores, y acciones de rehabilitación de vivienda.

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